Cómo elegir un monitor USB-C

Por ahora, las conexiones USB-C se encuentran en casi todo tipo de dispositivos electrónicos. Esta conexión USB, al principio asociada principalmente con los portátiles Mac, actualmente se encuentra en portátiles de todo tipo, además de en teléfonos móviles, baterías externas, dispositivos para juegos y periféricos. Los monitores no escapan a la lista de periféricos que han adoptado este estándar de conectividad cómodo y moderno, y no solo como una forma de transportar datos o alimentación entre dispositivos, sino también para las señales de vídeo y audio.

Un monitor USB-C aprovecha todo lo que USB-C tiene de bueno: su conector fino y reversible, las transferencias de datos a alta velocidad y la multitud de protocolos que puede transportar. Además, para cumplir su función principal, utiliza el modo alternativo de DisplayPort incluido en la especificación USB-C. Esto significa que una señal de audio y vídeo DisplayPort tradicional se puede transportar a través de la moderna conexión USB-C dejando suficiente ancho de banda para otras funciones.

Por si buscamos un nuevo monitor que pueda aprovechar al máximo ese puerto USB-C de nuestro dispositivo, a continuación se describe lo más importante que debe tener cualquier monitor USB-C.

Quizás la ventaja más notable de usar un monitor USB-C sea la comodidad de no tener que lidiar con varios cables o adaptadores. La conectividad USB-C en un monitor permite conectarlo directamente a nuestro portátil sin gastar más dinero ni llevar voluminosos adaptadores. Además, que no haya que usar adaptadores adicionales también evita el retraso añadido a la señal de vídeo pues, como es bien sabido, el retraso de entrada es uno de los mayores inconvenientes para disfrutar de un monitor. La señal de vídeo que circula por un cable USB-C es en realidad DisplayPort y, por lo tanto, cualquier adaptador USB-C a HDMI tendrá que realizar cierto procesamiento de señal, con la consiguiente posibilidad de degradar la calidad del vídeo. Pensándolo bien, seguro que no nos hemos comprado ese magnífico monitor 4K para tener una calidad de vídeo inferior a la normal por culpa de adaptadores innecesarios. Una conexión simple cuenta con la ventaja de tener menos cosas que transportar y ofrecer una mejor señal con toda su calidad intacta.

Otro problema habitual del uso de adaptadores es que suelen romperse. Llevar un adaptador con nosotros para cuando podamos necesitarlo puede forzar esas conexiones y cables tan delicados. No hay nada peor que sacar el adaptador en el momento en que lo necesitamos para acabar dándonos cuenta de que ya no funciona. Muchas veces, ir a la tienda a por uno nuevo o esperar unos días a que nos manden otro sencillamente no es una opción. Un cable USB-C es tan simple y económico como cualquier otro cable que tengamos, lo que significa que, a menos que lo tratemos muy mal, no se romperá.

Además de la sencillez del cable USB-C, cabe mencionar su sorprendente versatilidad. Nunca antes un cable tan simple y económico había sido capaz de hacer tantas cosas a la vez. Un solo cable USB-C puede transportar señales de vídeo DisplayPort de hasta 8K a 60 Hz, señales de audio digital, datos ultrarrápidos a través de USB 3.1, así como hasta 100 vatios de alimentación para cargar o hacer funcionar nuestros dispositivos (hablaremos más sobre eso más adelante). Esto significa que nuestro monitor puede integrar fácilmente concentradores USB, lectores de tarjetas de memoria, cámaras web y cualquier otro dispositivo USB que podamos imaginar sin necesidad de cables adicionales que vayan del monitor al ordenador.

No hace muchos años, era fácil vernos rodeados de cables en nuestra mesa de trabajo. Casi todos los portátiles tenían su propio tipo de cargador, lo mismo que los teléfonos móviles, además de los cables USB para nuestro ratón y teclado, FireWire o eSATA para transferencias de datos de alta velocidad, y HDMI o DisplayPort para vídeo, así como VGA y DVI. Incluso los estándares más recientes, como Thunderbolt 1 y 2, significaban un tipo más de cable que había que esconder en algún cajón. No hace falta echarle mucha imaginación: todos hemos tenido que lidiar con un montón de cables enredados. Gracias a USB-C, eso es cosa del pasado.

Actualmente, USB-C no solo reúne todos esos estándares en un solo cable, sino que también se aplica a todo tipo de dispositivos. Los teléfonos móviles han adoptado rápidamente los puertos USB-C para la carga y, en los modelos de gama alta, estos mismos puertos USB-C también emiten señales DisplayPort. Con un teléfono de este tipo, tener un monitor USB-C también nos brinda una forma rápida de mostrar el contenido del teléfono en una pantalla más grande. Además, conforme va pasando el tiempo, la cantidad de dispositivos con puertos USB-C para carga, datos o vídeo no hace más que aumentar. 

Como última advertencia, tenemos que acordarnos de comprobar siempre las especificaciones. Cuando se trata de USB-C, es aún más importante leer detenidamente las especificaciones de los cables y dispositivos. En primer lugar, no todos los cables USB-C son iguales. Algunos cables con conectores USB-C únicamente son compatibles con USB 2.0, lo que significa que solo proporcionan transferencias de datos de velocidad limitada y no admiten vídeo. Los cables USB-C 3.1, que admiten vídeo y datos de alta velocidad, también se proporcionan en las variantes Gen 1 y Gen 2, con diferentes características de ancho de banda, y algunos cables con conexiones USB-C podrían no ser USB en realidad, sino Thunderbolt 3, compatibles con USB 3.1.

Además, un dispositivo con conector USB-C podría no tener todas sus funciones habilitadas. Por ejemplo, algunos portátiles y dispositivos móviles tienen USB-C solo para la carga, mientras que otros emiten también señales de vídeo. Por otra parte, no todos los cargadores USB-C proporcionan Power Delivery e, incluso en caso de hacerlo, un cargador de teléfono probablemente no baste para cargar un portátil. En cualquier caso, el manual de usuario será nuestro mejor recurso. Basta con tener presente que USB-C es solo un tipo de conector, no un estándar, así que siempre tenemos que leer cuidadosamente la letra pequeña.